Postal navideña

El espíritu navideño, si es que esto significa algo concreto, ya ha llegado a llegado a mi entorno. El otro día mi compañera de piso tarareaba un villancico mientras metía unos pastelillos de canela y sándalo en el horno. Y ayer una amiga me confesaba, después de blasfemar contra estas fiestas, que le están empeorando el ánimo, ella misma observa cómo va deslizándose hacia la depresión.

Stephanie Strasburg

Stephanie Strasburg

Varios vecinos, en un barrio rico de una ciudad fría, todos, miran por la ventana fuegos artificiales. Durante el último mes, la máxima interacción entre ellos se ha limitado al saludo de cortesía, mientras esperaban al ascensor. Algunos pisos están a oscuras, vacíos, gente que falta. En algunas de las ventanas iluminadas, no hay espectadores; el artificio no interesa a todos. Los que miran, aun mirando lo mismo, no lo comparten, no hablan de ello, en ningún momento formarán parte de un algo de forma conjunta.

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Me he hecho distribuidor de Orsai

Dejé de comprar el periódico cuando las páginas de fútbol eran un tercio del periódico y entre las noticias de internacional se colaban anuncios de colonia a plena página, imposibles de comprender. Dejé de seguir algunos programas de radio cuando empezaban un tema interesante y daban paso a publicidad, durante 10 minutos y en un tono de volumen más alto.

Esto, lejos de representar un problema, ha sido toda una suerte. Aquella publicidad, aquellos reclamos inmorales, aquellas pequeñas traiciones, me han permitido informarme mejor, disfrutar más con las historias que ocurren en el mundo, acercarme a las personas que tienen algo que contar. Dejé de leer aquellas noticias que aparecían en las primeras páginas de los periódicos que compraba, aquellos periodistas cuyas noticias leía absorto, a las 8 de la mañana, en un café de luz baja, mientras el café se enfriaba y la novia se enfadaba. Pero empecé a seguir sus blogs. Los blogs, de los periodistas, porque, saben, las noticias las escriben personas, no directivos de periódicos (estos son los que deciden lo de los anuncios de colonia a toda página). Y resultó que estos blogs eran más interesantes, más ricos, más informativos, más cercanos. Y te permiten encontrar otros proyectos, tan loables y tan necesarios, que no te explicas porqué no tienen cabida en los medios. Bueno, claro que lo sabes explicar, pero te da vergüenza verbalizarlo. También, escuchando aquí y allá, abriendo los ojos, leyendo, acabas encontrando a alguien que te ayuda a comprender incluso, lo de los anuncios de colonia.

Y cuando te cabreas por escuchar esos 10 malditos minutos de publicidad absurda en la radio, te cabreas al día siguiente, al cabo de un par de años, dejas de bajarte el podcast. Y entonces te aburres. Y le das una oportunidad a esa cadena musical que nunca habías escuchado. Y descubres el que pensabas era el mejor programa de radio. Y luego lo censuran. Y entonces te das cuenta de que has sido partícipe, sí, partícipe tan solo escuchando, de algo histórico.

Así vas tejiendo un entramado de personas que dicen cosas interesantes. Fotos que informan, gente con la que te tronchas, algo más que música, buen humor y cultura.

En ese camino me encontré con Orsai. Es una revista sin publicidad, te puedes descargar el PDF gratis, si quieres la revista en papel vale mucho menos que el periódico local, en cada país tiene un precio diferente que se ajusta al poder adquisitivo de los ciudadanos, distribuida por los lectores. Eso en cuanto al cómo. En cuanto al qué, el contenido son historias apasionantes, que te permiten conocer la realidad, son herramientas para tu vida tan útiles como un viaje a un país extraño, con un grafismo precioso, joyas de arte, una revista de coleccionista. No solo me fascina lo que te cuenta, sino cómo lo hace.

Hernán, buscaba distribuidores en muchas ciudades; una, en la cual vivo. Nunca antes he hecho algo parecido, sé que va estar bueno. Si tú también quieres ser partícipe, conviértete en lector. Si vives en Zürich, yo te la traigo.

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Sentido común

Escucho por la radio, que el sentido común no es nada más que rutina adquirida.

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Estoicismo

Aly Song

Luo Baogen dice que el dinero que le dan por expropiarle la casa es injusto, así que él, no se va. La única batalla que se pierde es la que se abandona. Dicen.

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Llueve sobre mojado

Bernat Armangue

No sólo agua cae del cielo. Especialmente al Este del Mediterráneo.

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Umbral del dolor

Un tipo leyendo El País en el tranvía de Zürich. Con los auriculares, escuchando música. En una parada, el conductor sale de la cabina, entra en la zona de pasajeros y le dice al español que escucha la música demasiado alta, que le llega a la cabina y le molesta. Que o baja el volumen o él no arranca el tranvía. El chico se disculpa, avergonzado, casi asustado. Apaga el reproductor. El tranvía continúa.

¿Realidad o ficción?

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Madrid me mata

Pablo Pérez-Mínguez

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Haz turismo

Mis primeras birras cayeron en un concierto de Celtas. Era un puto crío, adolescente. No tenía ni idea de nada. Aún así, tal vez tuviera un pelo de criterio, algunas letras me parecían exageradas. Licencia poética, pensaba yo.

La realidad supera la ficción. Oye, si no tienes plan para navidades, tú, a ver piedras. Con toda tranquilidad.

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Los niños

Si tu trabajo no te apasiona como al director de este centro, déjalo. Tu vida se complicará pero el mundo mejorará.

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Caminos divergentes

Altaf Qadri

Se trata de una escuela debajo de un puente. Aquí podría acabarse este post pero hagámonos preguntas.

¿Alguna vez han estado debajo de una autopista? Los coches hacen ruido. Bastante ruido. No es que sea ensordecedor, pero cuesta escuchar a quien te habla, cerca. Imagínense seguir una clase, concentrarse en aprender a multiplicar.

Fíjense en esas vigas. Son grandes. ¿Cuánto valdrán? Ni idea. Piensen en lo que les costaría reformar el baño, poner cuatro azulejos, cambiar la ducha y el mueble. Un pico. Ahora vuelvan a la columna, es fea sí, todos los días vemos grises columnas de hormigón, pero necesariamente han de costar más que la reforma del baño, ahí hay mucho hormigón. Pongamos ¿qué, como medio apartamento suyo? Las columnas se pierden en la niebla. Un centenar de kilómetros de carretera. Estamos hablando de dinero, de mucho dinero. ¿Por qué sí hay dinero para construir carreteras para ir a 120 y no para habilitar una escuela? ¿Quién tomó esa decisión? ¿Quién se responsabiliza de ella?

¿Quién trajo las piedras, ordenadas, que hay debajo de los estudiantes? Ciertamente, ninguno de los responsables de la carretera.

No comprendo porqué hay cuatro bicicletas si sólo hay dos profesores. ¿Acaso sólo vemos una parte de la escuela en la foto? ¿Cómo son entonces, las otras partes? Y si hay bicicletas, ¿por dónde vinieron? Claramente, no por la autopista. Probablemente, por otros caminos, divergentes.

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